“No hay personas comunes y corrientes. Nunca has hablado con un simple mortal,” escribió
C. S. Lewis. Y tiene razón, porque cada persona es una creación especial de Dios.
Créelo o no, nadie te iguala. Tu apariencia física, voz, y personalidad—costumbres, inteligencia, y preferencias—hacen que seas una creación exclusiva. Hasta tus huellas digitales te distinguen de todos los demás humanos; pasados, presentes o futuros. No eres el producto de una línea de montaje cósmica; eres singular.
Pero el aspecto más importante de tu identidad es que Dios te creó a su imagen (Génesis 1:27). Te hizo de modo que puedas participar en su creación, así como amar, reírse, y conocer a Dios como amigo íntimo. Ciertamente, ¡eres una persona importante!
La Biblia revela que Dios se interesa en ti como individuo. En una de sus más hermosas oraciones, el salmista escribió: “¡Te alabo porque soy una creación admirable! ¡Tus obras son maravillosas,…!” (Salmo 139:14). Dios te conocía aun antes que nacieras. En aquel entonces, y ahora, él tiene planes para ti, concebidos con amor.
A medida que apreciemos la preocupación constante de Dios por nosotros, comenzamos a comprender cuán horrible es el pecado. Él nos ama muchísimo a ti y a mí; pero frecuentemente, le damos la espalda haciendo lo que queremos. Por eso se interrumpen sus designios para nosotros. Sus misericordias no alcanzan a los que no están dispuestos a aceptarlas.
Pero aun así somos valiosos para Dios porque sigue amándonos aun cuando no le hacemos caso. Aun cuando le ignoramos, nos ve como personas de gran valor. Entonces no debe sorprendernos que el salmista escribiera: “¡Cuán preciosos, oh Dios, me son tus pensamientos! ¡Cuán inmensa es la suma de ellos! Si me propusiera contarlos, sumarían más que los granos de arena. Y si terminara de hacerlo, aún estaría a tu lado” (Salmo 139:17-18). Dios no es un monarca celestial cruel e indiferente. Siente nuestras aflicciones; comparte nuestros dolores; y se interesa por sus criaturas. Nos ama y nos considera muy importantes.
En realidad, él nos ama tanto que dio a su Hijo unigénito para que muriera por nuestros pecados. La Biblia dice: “En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó y envió a su Hijo para que fuera ofrecido como sacrificio por el perdón de nuestros pecados” (1 Juan 4:10).
Ya que tú y yo somos importantes para Dios, quiere perdonarnos y darnos una vida plena y significativa. Cuando confiamos en Jesucristo y permitimos que ordene nuestra vida, la Biblia dice que llegamos a ser “hechura de Dios, creados en Cristo Jesús” (Efesios 2:10). ¿Puede alguien ser más importante? ¡Somos la obra maestra de Dios!
¡Sí, para Dios eres valioso! Si nunca has confiado en Jesucristo para tu salvación, hoy puedes aceptar su amor por ti.
Dios te considera tan importante que no te obliga a aceptar su amor. Tienes que decidir si lo recibes o no. “Mas a cuantos lo recibieron, a los que creen en su nombre, les dio el derecho de ser hijos de Dios” (Juan 1:12).
Si deseas aceptarlo hoy, puedes hacerlo ofreciendo la siguiente oración.
Señor, gracias te doy porque enviaste a Jesucristo para morir por mis pecados y resucitar de los muertos para que yo pudiera tener tu perdón y vivir eternamente contigo. Ahora mismo invito a Cristo a ser mi Salvador para que yo viva como su creación especial y haga las obras que él tiene preparado para mí.