Walking with God (Spanish)

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By Christin Ditchfield

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Offers new Christians tips for becoming acquainted with God's Word, applying it to their lives, and sharing their faith. 

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Por tanto, de la manera que habéis recibido al Señor Jesucristo, andad en él; arraigados y sobreedificados en él, y confirmados en la fe, así como habéis sido enseñados, abundando en acciones de gracias. Colosenses 2:6-7

Oraste y le pediste a Jesús que te perdonara tus pecados. Le invitaste a venir y vivir en tu corazón. ¡Felicidades! Ahora eres un creyente –un discípulo, o seguidor, de Cristo Jesús. Has sido hecho un hijo de Dios. Ahora es tiempo de en verdad llegar a conocer a Dios mejor y aprender cómo caminar con él.

No es tan diferente al proceso que todos experimentamos como seres humanos. Comenzamos la vida como pequeños bebés. No sabemos nada acerca del mundo que nos rodea. No podemos hacer nada por nosotros mismos. Se nos tiene que enseñar. Tenemos que aprender cómo hablar… tenemos que aprender cómo caminar. Un paso a la vez.

Lo mismo sucede con nuestra fe en Jesús. En el principio somos “bebés” creyentes. ¡Tenemos mucho que aprender! Pero poco a poco, día con día, un paso a la vez, descubrimos lo que verdaderamente significa el ser un creyente y cómo vivir una vida que le agrada a Dios.

Mientras aprendemos a caminar con Dios, crecemos en nuestra fe. Crecemos en nuestra capacidad de saber y entender quién es Dios. Crecemos en nuestra habilidad de recibir lo que él tiene para darnos. Crecemos en nuestra apreciación de todo lo que él es y todo lo que él ha hecho por nosotros. Entre más aprendemos, más amplia, rica y profunda se convierte nuestra relación con Dios.

Este libreto te dirá cómo caminar con Dios: las cosas que puedes hacer que te ayudarán a acercarte más a él. Existen todo tipo de ideas y sugerencias que hemos incluido –la mayor parte de ellas vienen directamente de la Biblia, la misma palabra de Dios. Algunas veces verás las citas bíblicas entre paréntesis de esta manera: ( ). Busca estos versículos si los quieres leer tu mismo, o usa la sección especial llamada “Para aprender más”.

Ahora aquí es como tú puedes aprender a caminar con Dios.

1. Camina en la Palabra

Lámpara es a mis pies tu palabra, y lumbrera a mi camino. 
Salmos 119:105

La mejor manera de llegar a conocer a Dios es leyendo la Biblia. Cada palabra, cada versículo, cada capitulo fue inspirado por Dios mismo (2 Timoteo 3:16). Alguien dijo una vez que la palabra de Dios es su carta de amor para nosotros. La Biblia explica quién es Dios y cómo es él. Nos dice cómo creó al mundo y por qué nos creó a nosotros. La Biblia nos enseña a distinguir entre el bien y el mal y nos enseña cómo vivir de una manera que agrada a Dios. Nos lleva a conocer a Jesús –nuestro Salvador–el Hijo unigénito de Dios.

La Biblia se compone de sesenta y seis libros. Se encuentran divididos en 2 secciones: El Antiguo Testamento y el Nuevo Testamento. Algunos libros nos cuentan las historias de los héroes de nuestra fe: hombres y mujeres quienes vivieron para Dios y que hicieron grandes cosas para él. Otros están llenos de poesía, oraciones y proverbios –palabras de consejo y de instrucción. Aun otros contienen profecías, mensajes especiales de Dios para su pueblo. Las historias acerca de Jesús comienzan en el Nuevo Testamento.

Existen muchas maneras de estudiar la Biblia. Puedes empezar al principio y leerla por completo, de Génesis a Apocalipsis. Si leyeras cuatro capítulos al día, terminarías de leerla en aproximadamente un año.

O tal vez podrías escoger estudiar un libro en particular a la vez. Muchos nuevos creyentes comienzan por leer la Epístola de Juan. También puedes buscar en la Biblia versículos acerca de un tema en particular tales como el “valor”, la “amistad” o la “paz”. La mayoría de las Biblias tienen una concordancia o un índice al final que te ayudará a encontrar los versículos que buscas. También puedes utilizar un libro de estudio bíblico.

Cuando termines un párrafo o un capítulo, repasa lo que hayas leído. Vé si puedes contestar estas cinco preguntas: ¿Quién?, ¿Qué?, ¿Dónde?, ¿Por qué? y ¿Cómo? Pídele a Dios que te ayude a entender las Escrituras y aprender algo acerca de lo que has leído. Tal vez querrás escribir tus pensamientos en una libreta o en un diario.

Más formas para que camines en la Palabra:

  • Escucha versiones de audio de la Biblia en cassette o en disco compacto. Tócalas cuando te estés arreglando para el trabajo en la mañana, ponlas en tu carro, o ponlas en el fondo a volumen bajo mientras duermes en la noche.
  • Memoriza versículos bíblicos que son significativos para ti, versículos que te animen o que te ayuden a crecer.
  • Copia versículos en tarjetitas. Ponlas donde las puedas ver seguido –en el regriferador, en tu computadora, o en el espejo del baño.
  • Guarda las tarjetas con versículos en tu cartera o en tu bolsa y repásalas durante el día. Practica cada mañana diciendo cada versículo en el camino al trabajo o antes de que te acuestes en la noche.
  • Canta cantos acerca de versículos bíblicos. Tal vez hayas escuchado algunos en la iglesia, o en la radio cristiana o tal vez tengan discos compactos en la librería cristiana. También puedes componer de tu corazón tus propios cantos.
  • Pregúntale a un amigo o a un miembro de tu familia que te ponga a prueba. Vé si puedes decir el versículo y la referencia (el nombre del libro, el capítulo y el versículo) sin que te ayuden.

Para aprender más: Lee Salmos 119:9, 11; Deuteronomio 6:6, y Hebreos 4:12.

2. Camina con una actitud de oración

Orad sin cesar.
1 Tesalonicenses 5:17

Orar es simplemente hablar con Dios. La Biblia nos dice que Dios es el mejor amigo que podemos tener. Compartimos todos nuestros sentimientos y pensamientos con Dios, porque él nos comprende. Él siempre tiene tiempo para escuchar. A él siempre le importa (1 Pedro 5:7). Filipenses 4:6-7 nos recuerda, “Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús”.

Algunas personas prefieren orar en silencio, mientras otras prefieren hacerlo en voz alta. Algunos encuentran que les ayuda a reducir las distracciones y a enfocarse si oran hincados y con los ojos cerrados. Pero claro, tú puedes orar a cualquier hora y de cualquier manera que sea cómoda para ti. Algunas veces podrás repetir oraciones que has aprendido en la iglesia o memorizado de la Biblia. En otras ocasiones querrás orar en tus propias palabras.

Es una buena idea dedicar cierto tiempo especial para orar por lo menos una vez al día (tal vez antes o después de que leas tu Biblia). Adora a Dios por quien él es—cuán bueno y amoroso él ha sido. Confiésale tus pecados; admite tus errores. Dile a Dios que te arrepientes y pídele en oración te perdone. Pídele a Dios lo que necesitas. Trae todos tus problemas a él. Ora por tus amigos y familiares. Dale gracias a Dios por escuchar tus oraciones –¡y contestarlas!

Dios contesta nuestras oraciones en maneras diferentes. ¡Tal vez no siempre sea en la manera que tu esperabas! Algunas veces Dios obra milagros –y a veces él trabaja en maneras “ordinarias” a través de diferentes circunstancias. Dios nos puede hablar a través de nuestro pastor, padres, o amigos. Tal vez él nos guíe a un versículo en la Biblia que nos pueda ayudar. La Biblia nos dice que Dios siempre contesta nuestras oraciones. Algunas veces él dice, “Sí”. Algunas él dice, “Espera”. Y otras él nos dice, “No”.

Como podrás ver, Dios no es sólo nuestro mejor amigo, él es nuestro Padre celestial. Como cualquier buen padre, él provee para nuestras necesidades y nos protege. Él sabe qué es lo mejor para nosotros. Muchas veces nos manda justo lo que necesitamos–aun cuando nosotros no pensemos que es lo mejor. No importa cuál sea su respuesta, podremos confiar en él completamente. Él siempre nos dará lo mejor (Mateo 7:11).

Tal vez querrás guardar un diario para tus oraciones—una libreta donde puedas escribir tus oraciones, como cartas para Dios.

Podrías preparar un tablero con las fotos de tus amigos y familiares, tus vecinos, compañeros en la escuela y tus maestros, misioneros, y líderes en el mundo. Ora por cada una de estas personas mientras vayas viendo su foto.

También puedes escribir el nombre de la persona en una tarjetita. Úsala como un separador y guárdala en tu Biblia.

A veces ayuda hacer una lista de cosas específicas por las que estás orando (la enfermedad de algún amigo, problemas con algún hijo o algún problema en el trabajo). Deja espacio después de cada petición. De esa manera podrás escribir cómo y cuándo Dios contestó la oración. ¡Asegúrate de darle gracias a Dios!

Para aprender más: Lee Lucas 11:9, Marcos 11:24 y Filipenses 4:6. 

3. ¡Dile a otros las buenas nuevas!

Sino santificad a Dios el Señor en vuestros corazones, y estad siempre preparados para presentar defensa con mansedumbre y reverencia ante todo el que os demande razón de la esperanza que hay en vosotros; teniendo buena conciencia…
1 Pedro 3:15–16

Un testigo es una persona que les dice a otras lo que ha experimentado o visto. Jesús dijo que somos sus “testigos” (Hechos 1:8). Hemos recibido las gloriosas buenas nuevas del evangelio, y tenemos que pasarlas a otros. Alguien compartió con nosotros. Ahora nosotros tenemos el privilegio de compartir con otros para que ellos también puedan llegar a conocer a Dios. Todo mundo necesita escuchar el mensaje: “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna” (Juan 3:16).

Algunos creyentes llegan a ser pastores, predicadores y evangelistas. Otros se convierten en misioneros, viajando a países lejanos para hablarles a otros acerca de Jesús. En verdad, cada uno de nosotros es misionero. Todos tenemos el privilegio y la responsabilidad de esparcir el evangelio –compartir las buenas nuevas con cada persona con la que nos encontremos. Podemos encontrarnos hablándoles de Cristo a nuestros padres, hijos o cónyuges. Tal vez a nuestros vecinos o compañeros de trabajo, o a algún mesero o persona trabajando en una tienda.

Existen muchas maneras en las cuales podemos compartir nuestra fe en Cristo Jesús. Pídele a Dios te enseñe cómo y a quién a él le gustaría que tú le presentaras el evangelio. Aquí hay algunas ideas para que comiences:

Invita a tus amigos y vecinos a asistir a tu iglesia o a alguna actividad o concierto cristiano.

Comparte tu testimonio. En otras palabras, diles tu historia. Simplemente explica cómo llegaste a conocer a Jesús y cómo él ha cambiado tu vida –lo que significa tenerle viviendo en tu corazón.

Reparte Biblias, libros cristianos y tratados –pequeños panfletos como éste que le explican a la gente cómo llegar a ser creyente.

Una de las maneras más importantes de evangelizar es mostrándoles que Dios les ama a través de nuestro amor a ellos. No podemos obligar a nadie a que se entregue a Cristo–¡y no deberíamos tratar! Ni siquiera Dios mismo intenta obligar a nadie. Pero si ponemos un buen ejemplo y tratamos a otros con gentileza y respeto, ellos verán a Jesús en nosotros. Su luz brilliará a través de nosotros y les ayudará a encontrar la verdad.

Para aprender más: Lee Mateo 5:14-16; Marcos 5:19 y Salmos 71:14-18.

El camino romano

Cuando estás tratando de explicarle a un no creyente el plan de salvación de Dios, tal vez te ayude el llevar a la persona a la Biblia a través de los siguientes versículos en Romanos en el Nuevo Testamento:

Romanos 3:23: “Cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios”. Todos han pecado. Todos hemos desobedecido los mandamientos de Dios.

Romanos 6:23a: “La paga del pecado es muerte…”. Nuestro pecado nos lleva a la muerte y al infierno, separación eternal de Dios.

Romanos 6:23b: “. . . mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro”. Dios proveyó un camino para que pudiéramos reconciliarnos con él. Esta salvación es un regalo gratuito—no hay nada que podamos hacer para ganárnoslo.

Romanos 5:8: “Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros”. Dios mandó a su Hijo Jesús a morir en la cruz para pagar la pena por nuestro pecado.

Romanos 10:9: “Si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo”. Cuando le damos la espalda a nuestros pecados y depositamos nuestra fe en Cristo Jesús, recibimos el regalo de la vida eterna.

4. Camina en armonía con otros creyentes

Animaos unos a otros, y edificaos unos a otros. 1 Tesalonicenses 5:11

La Biblia nos dice que cuando entregamos nuestro corazón a Jesús nos unimos a la familia de Dios. Llegamos a ser hijos de Dios (1 Juan 3:1). El pasar tiempo con nuestros “hermanos” y “hermanas” creyentes nos ayuda en nuestro diario caminar con Dios y a crecer en nuestra fe.

La manera más sencilla de juntarnos con otros creyentes es el asistir a una iglesia. En la iglesia alabamos a Dios juntos, oramos juntos, estudiamos la Biblia juntos. Se nos recuerda que debemos poner a Dios en primer lugar y de tomar decisiones que le honren a él.

Dios nos ha dado a cada uno de nosotros dones y talentos únicos–habilidades especiales (1 Corintios 12:1-31). Él quiere que usemos estos talentos para animarnos los unos a los otros. Romanos 12:10-16 dice, “Amaos los unos a los otros con amor fraternal.... Gozaos con los que se gozan; llorad con los que lloran. Unánimes entre vosotros…”.

Maneras en las que puedes caminar con Dios y con otros creyentes:

  • Asiste a servicios semanales en una iglesia bíblica.
  • Asiste a servicios semanales en una iglesia bíblica.
  • Forma parte de un estudio bíblico dominical, un grupo pequeño, o un grupo de apoyo cristiano.
  • Involúcrate con organizaciones de servicio cristiano y grupos de ministerio de la comunidad (Juventud para Cristo, Hábitat para la humanidad, Asociaciones para hombres y mujeres de negocios cristianos).
  • Apúntate para participar en actividades organizadas por la iglesia tales como viajes misioneros, conciertos cristianos, excursiones o campamentos.
  • Empieza tu propio estudio bíblico o grupo de oración con algunos amigos, vecinos o compañeros de trabajo que compartan tu amor por Dios. Trata de juntarte con ellos semanal o mensualmente.

Para aprender más: Lee Eclesiastés 4:9-10, Proverbios 27:17, y Hebreos 10:25.

5. Camina en gratitud

¡Gracias a Dios por su don inefable!
2 Corintios 9:15

Cuando pensamos en cuánto ha hecho Dios por nosotros y en todo lo que él nos ha dado, nuestros corazones rebosan con gratitud hacia él. Naturalmente queremos dar gracias –y dar algo en gratitud. Una manera de darle algo a Dios es dando de nuestro dinero a aquellos que están hacienda su trabajo. Cuando regularmente hacemos a un lado una porción de nuestro salario y damos a nuestra iglesia local, a eso se le llama “ofrenda” o “diezmo”. También podemos decidir dar a misioneros u otros ministerios –grupos y organizaciones que alcanzan a los pobres y necesitados. Jesús dijo que el tamaño de nuestro regalo no es tan importante como la actitud de nuestros corazones (Lucas 21:1-4). Dios puede multiplicar aun el regalo más pequeño y usarlo para bendecir a miles de personas (Lucas 9:10-17).

Más maneras de caminar en gratitud:

  • Asiste a servicios semanales en una iglesia bíblica.
  • Donando comida enlatada; llevando productos higiénicos, ropa, cobijas, juguetes y otros productos a lugares donde se les da asilo a la gente que vive en la calle o no tiene un hogar.
  • Organizando una subasta, venta de comida o bazar para recaudar fondos para una causa especial o para apoyar económicamente a algún ministerio cristiano
  • Ofrécete como voluntario para ayudar con proyectos especiales en tu iglesia o comunidad; sirviendo comida para gente necesitada; hacer mandados para un vecino de edad avanzada; cuidando los niños de alguna mamá muy atareada. Visitando gente soltaria en algún asilo o en el hospital.

Para aprender más: Lee Hebreos 13:16; 2 Corintios 9:6-7, 13; y Romanos 12:13.

Olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús. Filipenses 3:13–14

Aprendiendo a caminar con Dios toma tiempo. Es un proceso, una jornada. Una de las cosas que lo hace tan emocionante es ésta: no importa cuán grande seamos o cuánto caminemos con Dios, nunca sabremos todo lo que se puede saber. Nunca llegaremos al final de Dios. Siempre hay algo más que podemos aprender. Algo nuevo por descubrir. Nuestra jornada de fe es una aventura–¡la aventura de toda una vida!

Un día nuestro tiempo aquí en el mundo vendrá a un fin, pero nuestra aventura continuará en el cielo–un lugar tan increíble, tan sublime y fantástico–que desafía descripción (1 Corintios 2:9). Ahí veremos a Dios cara a cara. Finalmente le conoceremos en la manera en la cual él nos conoce a nosotros (1 Corintios 13:12). Y viviremos con él por siempre y siempre.

¿Estás listo para comenzar esta jornada? ¡Ya tomaste el primer paso! Ahora continúa hacia adelante. Sigue adelante. Camina con Dios.

Product Details

Bible Version: RVR60
Page Count: 16
Size: 3.5 in x 5.38 in
Weight: 3.78 ounces
ISBN-13: 978-1-68216-365-8
ISBN-UPC: 1682163652
Case Quantity: 48
Published: January 31, 2017